Envidio tus rodillas



Tengo miedo,
miedo de no tener pánico
a andar descalzo
sobre el alambre,
y que por alfombra
no tenga ni siquiera
la sombra de la muerte,
tengo miedo
que me importe un bledo
la otra figura del miedo.

Tengo tantas ganas
que las ganas me envidian
que el deseo es el aliento
que gime cuando paso
cerca de sus pasos.
Tengo el deseo
de ceñir la cintura
al pase que bordea
los cuernos de ese toro,
que embiste
con la valentía robada
de un ser que vino a cobrar
el amor por sentir.

Tengo envidia 
de tus rodillas
cuando cruzan
mi vida 
en un tango divino,
que se muere por tocar
el latido de mi corazón
cuando me besa
y le devuelvo mis labios.














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