Déjame respirar

Déjame respirar, tan solo te pido eso, déjame ese espacio que no me limite, que cabalgue a tu lado, pero con la sabiduría que ahora me acompaña.

Déjame que me deslice entre puntos y apartes, entre comas infinitas que no desdeñen la pasión que por ti despido.

Déjame un miércoles, tras un martes.

Déjame el cielo que me ahoga cuando con el desenfreno de hallarte, no encuentro más explicación que mentirle a mi cerebro para tenerte.

Déjame ser yo, yo y mi impaciencia, yo y mis ganas de fumar, sin probar cigarro, déjame morir deseando tus pezones, estruendoso y acompasado, como un sol sin fa, como una luna sin re, déjame omitir lo que de mi no llega a ser, y ser lo que quiero contigo.

Déjame que me entienda para después entenderte. Déjame el silencio por testigo de tus besos.

Déjame ser la salvaje embestida que adorna tu cuerpo, cuando te lleno de mí y de lo que soy, aunque sea un instante, ese que me desnudo frente a frente y mi espejo se llena de mi yo, a tu lado.

Déjame un mundo donde no tenga que mentir, donde mi verdad y mi certeza, sea el único incentivo, cada amanecer… y cuando despierte te desee tanto, como ayer… aunque haga días que no sepas de mí.

Déjame un cuento que sea mi vida, y un sentimiento que sea mi cuento, solo así, dejaré de creer que vine a ser la negación de mi propia persona. Déjame que sea lo que amo, cuando respiro y tú el aire que mi corazón necesita para seguir vivo.

Y mañana, no me preguntes, lo que todo el mundo, no me hables de una tierra donde no quiero raíces, no seas adoquín acompasado en las horas de atrás, sé mi presente, ese que sabe a tu boca, que muere por encontrar tu lengua para componer el lazo que hace infinito el continente de mi existencia.

Ámame como nunca y seré el de siempre, aunque no venga todos los días a verte.

Entradas populares