El veneno de los otros

Nunca la cicuta
fue mejor alimento,
que el veneno
que despiden los otros
cuando lo tengo todo.

Nunca la envidia
me reforzó tanto
la paciencia de esperar
sentado y en calma
lo que no poseo.

Nunca la mente
me llevó tan lejos
que cuando te desnudas
y mi mente te penetra
hasta el infinito
que componemos,
tu cuerpo, mi mente
y tus labios
con mis besos.

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