Nada que no me invite a sentarme

Sé hasta el punto justo que quiero saber, me niego a reconocer una nota diferente a lo que desconozco y deseo ignorar, no me invita más de lo descubierto o al menos siguiendo los principios que me dio la experiencia, el resto para ellos. A lo largo y lo ancho, no me privan las gaviotas que no emprenden vuelo, el mar que no sea de invierno, las calles cerradas a pedigüeños de la curiosidad, ni los arbustos que no saben valorar llegar a la altura de los árboles.

No sé de nada que no me invite a sentarme, a nada que no se merezca el plantón de estar a su paso. Suplico por un beso aunque se vista de abrazo, no quiero más de lo diferente, que es ignorar lo no aprendido, no me recreo donde todo permanece, donde lo igual no es igualdad, donde si cierro los ojos te presiento, así de fácil o si quieres rocambolesco, pero tengo claro que mi principio es lo que pienso, equivocado o acertado no tengo mas disyuntiva que el o y no la y que me deja en la duda que no deseo. Solo quiero quitar y quedarme, dejar y permanecer donde el agua es ese perfume que en ningún frasco encuentro, donde el viento sabe a la lluvia que valoro porque no tengo.

Solo quiero una nube, un halo de aire donde viajar con desenfreno, me quiero a mi para quererte y después de haberte querido, no quiero mas infinito que lo que desempeñas sin haber muerto. Dame la vida que te la dejo dentro, donde mi corazón palpita ... dentro, muy dentro... más aun que lo que imaginaste y lo que te sorprende, aunque sea por un segundo, un instante para seguir viviendo.

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