Las colas del cine

No me gustan las colas del cine, los veranos de agosto, los restaurantes con aglomeraciones en la puerta, me gusta comer en la barra, saborear lo cualitativo y desprecio lo cuantitativo, aprecio lo diferente y me descargo de lo universal, rompo a llorar con lo sensible sin soltar lagrimas a cambio y sonrío las veintitrés horas restantes del día, me reconozco irresponsable, irreverente y desastre por oficio que no por beneficio, por el beneficio de las facturas y no romper con casi todo, omito las dos primeras opciones en las circunstancias menos adversas.

Me valoro y quiero, no como narciso, sino como necesario. Egoístamente valoras más la pareja de baile y quien mira con una sonrisa. Destrozo radicalmente lo que no me sirve, aparto huesos del plato en la sucesión de segundos mas inteligente que mi cabeza me permita. Y por último solo quiero vivir, los que se encarguen del resto, réstenme de su vida, les estaré eternamente agradecidos por la suma aportada.

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