Caderas de algodón

No me propuse
subir tus caderas de algodón
al borde del cielo,
no quise ser el ahorcado
con las letras falladas
por tus venas,
nunca quise ser eterno
para el amor
que ni tú,
sabes conjugar.

No me propuse
ser el eco de tu boca
ni el latido de tu corazón,
me conformo con un segundo
tan infinito
como el orgasmo que provocas
cuando tus labios
erizan mi piel
a cuarenta y dos grados.

No me propuse
ser la vida de nadie
ni nadie, mi vida,
no soy la palabra que define
todo lo que soy,
ni la diferencia que propongo
cuando termino mi instante
en una calle ignorada
por mi mente
incluso por mi cuerpo.

No me propuse
lo que no sé siquiera
como empieza y como acaba,
cuando soy solo,
esa vida que termina
cuando tu coges
me enciendes
y luego me apagas.



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