Reducir el esperpento


Nunca supe reducir el esperpento
era innato a mi estructura,
flagelar mi suerte
al descontento de lo invisible,
sacarle las tripas a lo inhóspito
y perseguir la extenuación
hasta que no fuera libre.

Nunca supe maldecir la certeza
de ser inviable otra propuesta
que no fuera la que alquilaba
mansión a precio de coste
y se olvidaba de habitar
las colas inhumanas y sudorosas
de unas horas de rebajas.

Nunca me perdí en entuertos
de un maltrecho Quijote,
ni me puse capa y espada
para ser lo que no era
no quise series en lata
ni sueños sin patas.

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