Placeres insanos

 No quiero el insano placer de intentar entenderme, de recrearme en buscar el significado de mis dudas y mis defectos, igual que mi mente es despertada por un fotograma insospechado, igual que levito con una peli ultraligera e independiente sin necesidad de poner cuchillo y tenedor para despedazarla, o con una obra de teatro que agiliza el sentido vertical del poco vello que despiden mis brazos o el deseo por esa piel desnuda que me hace salir de este mundo para otro que no sale en ningún mapa ni siquiera en mi cabeza antes de tocarlo... pues allí es donde quiero estar y cuestiones las justas, ni me planteo el punto inicial mucho menos el infinito donde llegar.

Si algo me hace suspirar, latir, desear, moverme, morirme de placer... allí es justo el instante que quiero tener, y conmigo y lo que amo en ese instante. A veces será Portman y su corto precipicio capilar vestido de azabache, otras El Brujo sus pócimas dignas del druida que sacó la que ahogó a Obelix, otras por ella y por sus encantos, que no cantan nada, sino que en silencio me lo dicen todo, otras por una música que te aleja a bordo de la nave alienígena que te traslada al puñetero malgasto de tiempo de cada día llamado, trabajo, en otras ocasiones ...mil mundos, mil momentos, pero todos con sentido, lo que estorba y no seduce lo dejo fuera de mi cueva, donde está el queso que ni quiero ni me apetece probar, no soy bicho antisocial ni caprichoso, pero me abstengo de la aburrida senda donde todo, hasta lo minúsculo se lo puede quedar lo ajeno a lo que quiero.

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