La calma de la ansiedad

Soy tan urgente y poseo tanta ansiedad, que comienzo por amarme primero para amar después, no sé si es grave, pero paso de ir a doctor alguno, me sacaría más lugares enfermos de donde mi sana inquietud me lleva. A veces quisiera tener la calma en mi mirada y hasta por dentro de ella, acallar mis venas y perderme en la paciencia de la espera. Pero no sé, lo siento, dejaría de ser yo, y si algo quiero en esta vida es serlo. Aprendo de los errores, no me cabe la menor duda, que dudar es sinónimo de fallar, por eso quiero errar en la justa medida que el error no me lleve al extremo de no ser, ni sentir como quiero y sé hacerlo.

Mi cuerpo no es de bancos de madera, aunque me encanta contemplar el paisaje, quedarme en la sombra de lo visto y lo vivido, encarnar los personajes que me atraen y hacer de su vida, un ejemplo de guión preconcebido atraído por sus pasos. Pero por encima de mi mirada, donde residen las neuronas, mi mente se pierde en calles de inquietudes en agrandar pasillos por paisajes menos estrechos, en adornar cada día con la sorpresa de no hacer siquiera lo establecido, de engañar al destino hasta el punto que ni el sepa lo que va a ocurrir. 



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