Bendigo


Bendigo
la poca cordura
de traerme a tu lado
de desembocar mi locura
al principio de tus rodillas,
de dejarme el paño
que seque la humedad
donde nace tu intimidad,
de procrear las ganas y los deseos
de vivir mas allá
de la dirección donde reside
el suave infinitivo.

Bendigo la existencia
a este lado de mi cama
de tu cuerpo desnudo,
de dejarme embaucar
donde empieza tu piel,
donde tus zapatillas y tu ropa
se quedan a bordo de mi suelo
en el borde del precipicio
donde empiezan las ganas
de tenerte para siempre
tendida a mi lado
cosiendo la vida a mi ser.

Bendigo la vida
que se descuelga cada amanecer
de tus manos,
y ese sexo
que me atrae tanto
como mirar el horizonte
que nunca consigo
al final de mi mirada,
bendigo tu vida
que es la mía,
y la mueca de tu sonrisa
que me hace palidecer,
y a la vez me desnuda tanto
que mi vida no es sino la tuya,
que mi boca no es sino tus besos,
y tus manos no son sino las mías
cuando recorren tu cuerpo.

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