Perpetrar un atraco

No me entretengo con quehaceres domésticos, me gustan demasiado los retos, para no pasar el fielato del escenario, adentrarme desde bambalinas y perpetrar un atraco a lo mas recóndito de los vagones de metro, ahuyentar los miedos y perseguir caricias, profundizar en el naranja cristalino, cuando nace el día, y buscar el tallo de la orquídea hasta sus ultimas consecuencias.

No quiero mares en calma, sino bravíos, esperanzas eternas donde depositar en mi descargo lo mas libidinoso de mi existencia, ese punto que sabe al color de un Dalí enamorado, de un Picasso en calzoncillos esperando a su amada, me pierdo, lo se, pero soy consciente de ello, razono en mi locura los peligros y no me asusta el riesgo de denostar a la rutina en ese rincón de mi vida, donde tengo el cubo de basura, donde me niego a mirar un solo segundo.

Me quedo aquí, en el centímetro cuadrado de este adoquín donde no hay señal de prohibido ni flecha de sentido obligatorio, me quedo al borde del precipicio, donde el océano se distingue del cielo, donde las nubes son esa escalera que te lleva a ninguna parte, ese es mi lugar, mi destino, los ángulos esquinados al filo de mis neuronas, donde sin vos carezco de ruido.

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