Fermento el deseo

Soy descendiente
de lo indolente,
donde la empatia
quiebra su fortuna
y se desliza
como un metal congelado.

Fermento el deseo
con una frialdad
a prueba de la salvaje postura
que tu cuerpo
adopta con mi cuerpo.

Soy fiel al principio
de no palidecer
a la primera sombra,
de agachar mi espalda
para soportar las piedras
solo en el punto
que tú y yo vivimos.

No quiero más
ni días eternos
ni noches de desgana
ni sentidos sin dueño
ni tu alma cansada,

Te quiero a ti,
abierta de todo
para entrar en tu mundo,
más tarde
haremos
lo que nos de la gana.

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