Y deje el libro de mi vida...

Y deje el libro de mi vida
colgado con pinzas del destino
enhebrado a las nubes
por el aire,
y cargue mi mochila
de una desierto de ideas,
cabalgue sin parar
hasta el próximo anden
y enfile la recta del vagón
me subí sin pensar,
arregle mi pelo aun mojado
y senté mi trasero
como el que sienta
su mirada.

Envuelto de perfume
me dedique a observar
a vivir de otros ojos
mientras alimentaba mis pasos
mi corazón latía más fuerte,
y me enganche a tu anillo
a tus dedos
a tu minifalda malva y blanca,
subí mi cabeza
y te fui pintando,
tus piernas bronceadas
tus rodillas heridas,
tu frontera hacia la intimidad
la puntilla de tu tanga,
tu principio de espalda al descubierto.

Y seguí sin cansancio
sin prisa
con la brisa
de un amanecer descansado
rebotado de un mar diferente,
la misma hora que ayer
pero otro paisaje,
y me moría por alcanzarte
no se si tu nombre
tal vez tu rostro,
pero no pensaba
solo me alzaba
entre las líneas
que me hablaban de ti.

Ahora tus pechos,
luego tu camiseta blanca
tras el precipicio
y revolucionada la libido,
tu pelo negro,
tu cuello ensortijado levemente
tú barbilla
tus labios afilados
con la naturalidad
de haber llegado
vacía en lo físico,
y alcance tu química,
la mueca indeleble
de tu interior
y con su tinta
he escrito esta mañana
el sabor de tus besos,
déjame tu tintero
para no olvidar que existo,
para no olvidar que te quiero,
para que no olvides
que me desespera no tenerte
cada mañana
desde hoy.

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