Aprendiendo a amarte

Aprendi sobre un banco
de un viejo parque
el sabor del terciopelo,
entre las hojas del otoño
y el claroscuro
de una tarde de noviembre.

Aprendí a separar
lo imprescindible de mi,
y casi me convierto
en el pájaro
que buscaba cobijo
entre las ramas.

Aprendí a vivir sin ti,
te dejé sobre la piedra
al lado de una media
botella de agua,
le suspiré en silencio
al vacío,
para encontrar otra razón
y solo encontré el amor,
pegado al viento.

Aprendí que mi razón
me niega
lo que mi corazón
pide...
volví tu rostro,
te besé...
y esa tarde de noviembre
aprendí,
que sigo amando
lo que mis latidos
sin pensar,
comulgan,
y mis latidos
solo pronuncian tu nombre.

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