Marta y el verde pistacho

Marta, minifalda negra, con cremallera, hasta donde el culo deja de tener esa definición, elevada por la espalda de rojo pasión hasta el cuello y tercera etapa de montaña con melena azabache larga y pinta de no haberse levantado aún.

Son las siete y media de la mañana, aparca en ceda el paso, el policía local oculto se dirige a su parabrisas a ponerle el despertador, Marta cruza la calle, cabello al viento que no corre por ningún lado, solo en su gesto altanero y de melancólica barbie y se dirige al cajero, su carrera es mas veloz en la vuelta, al ver la sombra de un verde pistacho, apostada en su ventanilla.

Jodida, sin pasar por la cama, salta al coche, su zapato de cenicienta, con lazo negro, se queda fuera, tacón y zapato se divorcian, no es su día, pero si mi cortometraje, camino al trabajo. Ni Kubrick, ni Scorsese, me hubieran dado tal desayuno.

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