Un sueter rojo y tu piel azabache...

Y entre el bosque diario de mis letras
encuentro el jardin donde entretenerme
donde pasar las horas sin el llanto del aburrimiento,
recoger en mi memoria
el viento del verano,
mezclarlo en un cocktail
con el suave latido de la ginebra
y emprender huida
bajo el rojo carmesi de su camiseta,
abrazar su cuerpo casi azabache,
y bajar en vertiginosa estampida,
donde su ombligo pierde su nombre.

Me gusta el bosque creciente
que se cierne al lado de sus labios,
rodearlo y apresarlo
con esposas de acero
y hacerlo presa sin armas
de mi lengua y mis labios,
saborear el mar
entre la apertura
que la lleva donde el orgasmo
carece de nombre
y encender la sintonia
que se aleja tanto del horizonte
que alcanzarla no es cuestion
de sinceridad
sino de evadirse hasta de ella
para poder cogerla
como un elastico envainado
aun por el instante
donde la detengo
y desaparecemos
por arte no de magia
sino del amor
que conjugamos
cuando yo resbalo
y me meto
dentro de su cuerpo.

Tal vez no sepa mas de ti,
pero carece de importancia
no tiene perdida tu verano
ni capacidad mis neuronas
para perseguirte
o buscarte en un sueño,
mi almohada es debil
y no quiere llevarme
donde sin ti
no puedo llegar,
morirme de deseo
no crea tanto placer
como buscar otra realidad
que me libere
de hacer solo
lo que vivi en tu sexo.

Dame mas dias
los que espero
que el destino me depare
con tu desnuda oscuridad,
y con la luna por testigo
repita la secuencia
de aquel fotograma
al lado del mar
donde la vida era diferente,
donde tu eras mi vida
y tu cuerpo...
no sabria definir
lo que fue tu cuerpo.

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