En la soledad del mar...

Entiendo al mar,
cuando busca la soledad,
cuando se agita
en sublime desenfreno
para descartar a la orilla,
para reducir la arena
a la minima expresion,
para gritar su poder,
y en silencio,
cuando cae la noche,
encuentra el frenesi,
el orgasmo y la lujuria
de verter sobre el mundo,
la fina estampa
de su tierna soledad.

Entiendo la brisa,
en el callado invierno
reducida la expresion humana
del vandalico agosto,
y con un leve murmullo,
recorre las avenidas vacias,
de coches
de seres
siquiera de papeles
sobre el alquitran
ayer, maltratado.

Y ahora,
en la soledad de ambas,
se sientan cansadas,
agotadas del calor
y la muchedumbre,
y cuentan a octubre,
diarios de sentidos,
amores de pasillos,
cuentos sin hadas,
con el lazo
de la imaginaciòn,
y en su neutral estado,
acarician las horas
se mecen en los segundos,
y vagan en la extensa figura
de una luna acostada,
que ilumina la portada
del mas bello boceto
jamas inventado.

Y en ese instante,
nace la vida entre las olas,
reposa sobre la fria arena,
y con los restos de la batalla
juegan a componer
el universo mas infinito
con el traje de diario,
las zapatillas de andar por casa
y conversaciones tan eruditas
que el mismo Socrates,
envidiaria no tener
un sitio bajo la bruma
para sentar su trasero,
al lado de la espuma.

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