Abre los ojos...

Cerré los ojos
y navegué
donde la imaginación
no posee límite,
pegado al mar frío
gélido y solitario
como las noches de invierno.
Me desnudé
en las huellas
de los pasajeros de antaño,
con la lluvia por testigo
mirando como las olas
llegaban hacia mí,
descargado
en el eterno horizonte.
Y todo era diferente
una hora
un minuto
una vuelta de reloj,
con sentido
con el calor
de su cuerpo
emborrachado del mío...
y nuestras pisadas
sobre la arena
haciendo camino…
una caricia, un abrazo
la pequeña pasión
de un beso…
y comenzó a desnudarse
frente al mar…


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